Me complazco en comunicar que hoy apareció en México la primera edición de mi nuevo libro Clasificar en Psiquiatría, México, Siglo XXI, ISBN 13:978-607-03-0465-1, 140pp.
El texto que se lee en la contraportada es el siguiente:
La psiquiatría es la única rama de la medicina que tiene vergüenza de usar la palabra “enfermedad” para definir eso de que se ocupa y por eso llama a sus afecciones como “trastornos”, un eufemismo que traduce el vocablo inglés “desórdenes”. ¿Qué “orden” es el que se desordena cuando alguien es distinto de como se espera? ¿Qué saber autoriza al médico para “clasificar” a los seres humanos entendiendo que padecen de “trastornos de la personalidad”, que son anormales o peligrosos y que requieren de “tratamientos”?
Queda claro que esa estrategia del lenguaje, de aspecto “científico”, es una maniobra que forma parte de un proyecto de “medicalización” de la sociedad, de “psiquiatrización” de la vida, de atribución de un mercado del sufrimiento a una profesión que intenta manejar el malestar en la cultura con drogas producidas por las compañías farmacéuticas y con marbetes diagnósticos que descalifican a quienes los reciben pero que permiten la mutua comprensión entre los administradores.
La empresa clasificatoria es la llave maestra para (uni)formar a los psiquiatras y estimular en ellos el sueño de explicar las dificultades de los sujetos como efectos de factores “biológicos”: los genéticos o las perturbaciones funcionales del cerebro… como si se pudiese comprender una polonesa de Chopin estudiando el ADN del músico o las manos de Rubinstein o la centellografía cerebral del oyente.
En mayo de 2013 se proclamó oficialmente el DSM-5 redactado por especialistas de la Asociación Psiquiátrica de los Estados Unidos, un “manual estadístico y diagnóstico” con el que se pretende “unificar” y “digitalizar” los diagnósticos para servir a los fines de la industria, el estado y las compañías de seguros. En Clasificar en psiquiatría se discute y se analiza la última expresión de esa ominosa empresa de encasillar lo que no se llega a entender y transferir a la medicina el cuidado de las “normas” y el “orden” dejando al derecho la relación con las “reglas” y la “ley”.
Néstor, tienes mucha razón, ya cuestionabas hace años las clasificaciones en psiquiatría.
Hace ya bastantes años, en un congreso de pediatría, AMERPI señaló los peligros de los excesos en la medicación a los niños. Se les suministraban psicofármacos como si fueran caramelos. Ahora nos enfrentamos a mayores peligros; con el TDAH y otra serie de justificaciones, muchos pequeños viven medicados.
Gracias por tu libro, seguro será un arma contra la «medicalización» de nuestras vidas.
Al maestro Nestor B. lo he seguido en el análisis de sus publicaciones desde hace muchos años, compartiendo esta tarea con los grupos de alumnos de la carrera de psicología en las materias de Filosofía de la ciencia, Metodología científica y en Psicología de las Instituciones, entre otras. Es un enorme placer saber de está publicación y deseo obtenerla para poder disfrutar su discusión tan enorme que siempre establece el maestro Braunstein. Gracias por continuar enseñando.
¿Doctor habrá presentaciones de sus libros en México?
Me alegra, mi querida Ana Fabre, constatar que nuestros caminos siguen convergiendo. Tenemos que buscar aliados para frenar la medicalización y ellos están también en el campo de la psiquiatría misma. ¡Qué triste destino el de quienes tienen que diagnosticar males que no entienden y luego prescribir medicamentos que no saben cómo funcionan y qué consecuencias pueden traer a sus «enfermos».
Por principio, comprar el libro y promoverlo entre los colegas y público en general, porque nuestro cuerpo-mente no debe ser un objeto enajenado de la persona que lo posee y a la cual le pertenece y, no es propiedad de la industria de la «salud» medicalizada, por ello es la importancia de hacerlo llegar a un mayor número de personas. Y propondría, que a través de las redes sociales, se convocara a un coloquio en el cual expongan varios conferencistas, principalmente por el Maestro Braunstei, sobre las implicaciones de «clasificar» a las personas, porque finalmente el concepto de «trastorno» queda en un registro «institucional», pero la persona deambula en su cotidianidad con esa «clasificación-calificación», afectando su dinámica socio-económica, política-cultural y psico-emocional, historias de vida que habrían que ser contadas a los integrantes de las Convenciones que establecen los «manuales tipo».
En hora buena Nestor!!!
Felicidades por tu trabajo
Nestor, ante todo espero que sigas bien, gracias por tu nuevo trabajo, Felicidades!! desde Puerto Rico…
Otto y Ely
Estimado Néstor, me alegra sobremanera saber de este libro tuyo. No estoy seguro pero me parece conocerte y frecuentado poco en los 70´ .No estoy seguro si en los congresos de psiquiatría de aquella época o en la gloriosa FAP (federacion argentina de psiquiatras). Bajo cualquier circunstancia me complace ver que has seguido en la brecha.
Todo lo mejor y un cordial saludo desde Buenos Aires
DR OSCAR ABUDARA BINI
Médico Psiquiatra, Psicoanalista
Comencé a leer el libro y me parece ya un libro muy valiente y necesario. Sí debo mencionar que al Dr.Thomas Szasz no se le puede incluir en el movimiento de la anti psiquiatría, pues el dejó establecido claramente que no refrendaba el movimiento. Incluso escribe un libro titulado Antipsychiatry: Quackery Squared, donde entre otras cosas establece que el término anti psiquiatría se usó para restarle fuerza a las críticas a la psiquiatría. Como hombre de pensamiento liberal Szasz no podía ser anti nada. Sigo leyendo su libro y quedo muy agradecido por un trabajo que denota una valentía poco común entre sus pares. ¡Enhorabuena!
La trayectoria de Nestor Braunstein es la historia de su vida, no es solo un gran «academico» sino un analista que ha hecho camino al andar. Enhorabuena siempre.