UN AÑO MÁS TARDE – CASA Y CAZA DE CITAS- ¡FELIZ AÑO ’18’!

Siguiendo esa tradición supersticiosa de un saludo universal de año nuevo, para la decimonovena entrega, la del año ’18, dedicada a gente que me brinda su afecto, en señal de correspondencia, seleccioné textos que me impresionaron a lo largo del año 2017, «cachos» de escritos que llevaban la rúbrica de queridos amigos. El anhelo subyacente era el de seguir trabajando en esa línea para alcanzar el sueño de Walter Benjamin de un libro conformado íntegramente por citas. Algunos de los amigos sobre cuyas líneas cometía el delito del hurto me habían traicionado durante el año 2017 dejando este mundo, el único que conozco, interrumpiendo un díalogo que quedaría sin respuesta. A esa descarada sustracción de sus palabras, desvinculadas de las obras de donde las había arrancado, agregaba otras citas, éstas publicadas por ellos mismos, en las que reproducían otras líneas, de los más diversos autores, a las que recurrían como ilustración o como reforzamiento de sus propias y valiosas contribuciones al único e inmenso libro en el que todos somos autores. A continuación, el resultado de ese fatigoso y no por ello menos grato empeño de hacer resonar las palabras de mis queridos amigos.

CASA y CAZA de CITAS – ¡Feliz año 18!

¿Quién podrá escribir el libro soñado por Walter Benjamin, compuesto únicamente por citas?

Para esta, mi 19ª salutación y expresión de buenos deseos para el nuevo año, después de haber empezado con un primer ‘¡Feliz año 0!’ por el 2000, en el que re-citaba a Borges, quiero recordar con gratitud a quienes alumbraron con sus escritos el triste 2017 en el que no pudieron no cumplirse las profecías que tergiversé el año pasado copiando en español a François Rabelais, el indiscutible maestro.

Por eso me complace hoy citar frases de mis amigos que vivo como propias, leídas este año, que me sirvieron de consolación mientras padecía los contratiempos de la historia. Debo aclarar que las siguientes páginas no piden ni quieren ser leídas: son un testimonio personal que puede omitirse. Los buenos augurios que dedico a quienes las reciben pueden ser sustituidas, por quienes lo prefieran, por coloridas imágenes de arbolitos de navidad y monísimos ositos de peluche agitándose en las pantallas de los ordenadores.

Borges decía estar orgulloso, no de los libros que había escrito, sino de los que había leído. Yo, con modestia, de los que publicaron mis amigos. En las páginas por ellos firmadas he podido encontrar, además de su propio pensamiento, el eco de lecturas que los inspiraron y que homenajearon con oportunas citas. Trataré de citarlos junto a quienes ellos, a su vez, entrecomillaron. No estoy seguro de la absoluta fidelidad de mis copias y traducciones; sabrán perdonarme si en algo me aparto.

Intento mantener con la sangre tinturrienta de la memoria a frases que se clavaron en mí. He de señalar que cuatro de estos amigos me traicionaron muriendo antes que yo en este 2017 y me dejaron el dolor de la ausencia de sus cartas y voces. Reproduzco párrafos que no quiero que se me escapen. Mucho hemos elogiado al olvido pero me habita la nostalgia de lo irrecuperable, animado por el anhelo de retener lo que ya se borró. Por eso calco y transcribo palabras ajenas que hago mías.

La sucesión de las citas es tan arbitraria como su selección. ¿Qué las une? El sentimiento de la amistad y la admiración que siento por todos y cada uno de ellos. ¡Hay tantas (y tantos) que faltan “a la cita”! Ruego al alfabeto que se encargue de poner un simulacro de orden en esta caótica apoteosis de las comillas.

Isabelle Alfandary (saludemos su erudito Derrida-Lacan, Hartmann, París, 2016): “El silencio es la verdad de la palabra; más que ser la condición de su posibilidad le sirve como lugar de origen. Esa es la razón por la cual el silencio debe ser imperativamente distinguido del mutismo. El silencio no es lo contrario de la palabra, según se tiende a creer: es más bien su sitio, su semilla”.

Isabelle Alfandary: El sueño se da, en efecto, como materia para el análisis al mismo tiempo que se defiende del análisis. Lo reconocía Freud: “El empeño que se pone en impedir la interpretación me habilita a inferir el cuidado que se ha puesto en el entramado de la túnica del sueño”.

Graziella Baravalle: Leyendo la obra de Alejandra Pizarnik podemos acercarnos al destino del lenguaje en los poetas, especialmente los llamados “malditos” por su relación con la muerte y la locura, cuando ese algo que se les impone y no pueden dominar se manifiesta a través de un lenguaje donde predomina aquello “fuera del sentido”, es decir, lo real del goce. Por ejemplo (cita de la poeta argentina):

“Una tribu de palabras mutiladas

busca asilo en mi garganta

para que no canten ellos

Los funestos, los dueños del silencio”.

Carina Basualdo (1968-2017): “El sacrificio freudiano: “Ya habrán leído la ambigüedad de este título. Comencé a plantear allí las dos direcciones que tomaré en este trabajo: me ocuparé de la noción de sacrificio en Freud, pero también —y ulteriormente— del sacrificio de Freud”.

 

Carina Basualdo se identificaba con un Freud que ya lo había sentido: “Como autor me encuentro en la situación de un muchacho que encontró en el bosque un rincón lleno de frutos deliciosos y sabrosos hongos y que llama a su compañero antes de apresurarse a recogerlos todos él mismo porque ha comprendido que jamás podrá él solo dar cuenta y aprovechar de semejante abundancia”.

 

Jorge Belinsky (1941-2017, ese caro hermano con quien cada encuentro era una cita): “La simetría es una tentación poderosa y su juego especular recuerda una memorable frase de Kafka: ‘La historia de los hombres es un instante entre dos pasos de un caminante’. Sin embargo, no es menos cierto que el tiempo nace de una herida del porvenir en el pasado, una herida que rompe el equilibrio. Se introduce así una sutil asimetría entre la ley y la promesa”.

Jorge Belinsky: La memoria del mundo es una memoria de sombras que yace en lo profundo, pues el destino de las cosas es caer y transformarse en sombras. Sombras que sueñan y por eso hay hombres. Píndaro, que lo sabía, conjeturó que “El hombre es el sueño de una sombra”.

Betty Bernardo Fuks: “Es evidente que asistimos a muchos logros en el actual estado de la civilización. Pero pienso que la opción de escrutar los efectos catastróficos de las teorías irracionales que actúan, de un modo casi imperceptible, en el sujeto contemporáneo hundido en medio de inacabables bienes de consumo a los cuales está forzado a gozar de manera imperiosa. La intervención del biopoder encontrará cada vez más espacio para reducir al ser hablante a la condición de la vida desnuda, privándolo de la capacidad del habla que sustenta la singularidad de su deseo” (Freud. O homem Moisés e a religiao monoteista – O desvelar de um assasinato, Civilizaçao Brasileira, Rio de Janeiro, 2014, p.186)

La misma Betty Bernardo Fuks, extrae de Agamben: “Fascismo y nazismo son, antes que nada, una redefinición de las relaciones entre el hombre y el ciudadano y, por más que esto pueda parecer paradójico, ellos se vuelven plenamente inteligibles cuando se les coloca sobre el telón de fondo biopolítico”.

Josep Ma. Catalá Domenech: “La forma útil queda siempre dentro de los límites que le marca la utilidad, no puede traspasarlos. En tal caso, la potencia de la forma se diluye en su capacidad operativa: se vuelve transparente. Si por casualidad creamos una forma inútil, establecemos la posibilidad de crear nuevas utilidades. La forma útil pertenece a lo real, la inútil a la imaginación. Precisamente de esa manera funciona el arte: creando formas susceptibles de desarrollar funciones que nunca antes habían existido”.

Josep Ma. Catalá: “Podemos decir que el cine no percibió sus posibilidades teatrales hasta Citizen Kane. Fue Welles, al instaurar la profundidad del campo como un dispositivo dramatúrgico de pleno derecho, quien entendió el uso que el cine podía hacer del espacio teatral, trascendiéndolo”.

Me permitiré ahondar en la referencia al inestimable libro de Catalá (Viaje al centro de la imagen, Santander, Shangrila, 2017 ) con la fallida cita de un viejo cómplice atrapado en el momento de lanzar una falaz profecía. Jorge Luis Borges, crítico cinematográfico en la porteña revista Sur (1943) con el título de “Un film abrumador”: “Todos sabemos que una fiesta, un palacio, una gran empresa, un almuerzo de escritores o periodistas, un ambiente cordial de franca y espontánea camaradería, son esencialmente horrorosos. Citizen Kane es el primer film que los muestra con alguna conciencia de esa verdad … Me atrevo a sospechar, sin embargo, que perdurará como perduran ciertos filmes de Griffith o Pudovkin, cuyo valor histórico nadie discute pero que nadie se resigna a rever. Adolece de gigantismo, de pedantería, de tedio. No es inteligente, es genial: en el sentido más nocturno y más alemán de esta mala palabra”.

José Luis Díaz Gómez (de quien saludo la entrega de su Frente al cosmos, Herder, México, 2016): “La contemplación del cielo en una noche despejada, desde un paraje sin contaminación lumínica es con frecuencia una intensa experiencia emotiva, estética y especulativa nada menos que una conciencia cosmológica directa e inmediata. Su valor es tan grande que miembros de la comunidad científica y académica, así como representantes de agencias y organizaciones internacionales, consideran que la opción a un cielo inmaculado para disfrutar de la contemplación del firmamento en todo su esplendor es un derecho inalienable de la humanidad”.

 

José Luis Díaz se carga de energía citando a Kant: “El espectáculo del espacio inmenso lleno de mundos aniquila mi propia importancia y me hace comprender que soy una criatura animal, un soplo efímero de vida en este grano de polvo que es nuestro planeta en la inmensidad de los mundos. Por el contrario, la existencia de una ley moral en el fondo de mí mismo eleva al infinito mi valor, lo libera de la animalidad y me lanza a una vida más allá de las estrellas, abierta al infinito”.

 

Anne Dufourmentelle (1964-2017) que se arriesgó y murió en el intento de salvar a un niño que se ahogaba: “La esperanza es una extraña droga cuyo efecto comienza con el valor que se le otorga: ¡la vida eterna, ni más ni menos!. Entre todos los venenos destilados por la conciencia, quizás sea el más terrible. Bataille escribió: “Hay que mantenerse tan lejos del abatimiento como de la esperanza”.

Anne Dufourmentelle : “La vida es un riesgo inconsiderado que nosotros, los vivos, corremos. ‘Arriesgar la vida’ (risquer sa vie) es una de las expresiones más bellas de nuestro idioma. Sin embargo, hoy en día, el principio de precaución se ha hecho la norma”. (Elogio del riesgo, México, Paradiso, 2015)

Pierre Eyguesier: “La exuberancia tecnológica de nuestra época coincide punto por punto con las más clamorosas regresiones sociales creadoras de los individuos obsolescentes de hoy, incapaces de formular el menor juicio sobre las agresiones de las que son víctimas, a merced de los desplazamientos forzados y permeables a todas las experimentaciones de la sociedad industrial” Psychanalyse négative, París, La Lenteur, 2016. (Este libro es un joyero lleno de hallazgos – merece ser difundido)

 

Pierre Eyguesier, citando: “Hoy en día la adulteración y el engaño todo lo dominan. El agricultor se ha vuelto tan fraudulento como lo era antes el comerciante. Lácteos, aceites, vinos, café, licores, azúcar, harinas, todo se falsifica impúdicamente. La muchedumbre de los pobres no puede ya conseguir comestibles naturales; solo se les venden venenos lentos…” (Fourier, Círculo vicioso de la industria civilizada, 1829, ¡ya entonces!) Insólito, exacto, epígrafe, en verdad.

 

Norberto Ferrer, de quien saludamos su cultivado y abarcativo El padre y su función en psicoanálisis , Acto, Barcelona, 2017: “Puedo ilustrar la sentencia de Lacan: “La voz de la razón es baja y repite siempre la misma cosa: repite el síntoma” con un breve cuento de Nathaniel Hawthorne, La orden: “Un hombre de férreo carácter ordena a otro, bajo su dominio, que ejecute cierto acto. El primero muere de pronto; el segundo sigue ejecutando el acto por el resto de sus días”.

Y agreguemos otra más del mismo libro, una de Thornton Wilder: “Pero llega un momento en la vida de cada cual en que se ha de decidir si se vive entre los seres humanos o no –si se es un loco entre locos o un loco solitario”.

Rubén Gallo: “La revolución mexicana fue el acontecimiento que Proust conoció mejor y el que tuvo los efectos más directos en su vida. Durante casi una década su fortuna estaba entreverada con lo que pasaba en México. La situación catastrófica de sus finanzas en sus años postreros (se consideraba “arruinado”) es uno de los menos conocidos de los daños colaterales del conflicto mexicano”. En Proust’s Latinamericans, Baltimore, Johns Hopkins, 2015.

 

Colgaré aquí unas frases jugosas que aporta Rubén Gallo debidas al amante venezolano de Proust, el talentoso Reynaldo Hahn quien, después de escuchar obras de su compañero en el conservatorio, Erik Satie, escribió: “Hemos escuchado La canción de las estrellas de Satie. Francamente, es demasiado. O bien este chico es sincero y está convencido, por lo cual habría necesidad de que consulte a un alienista o bien se burla de nosotros y entonces debiéramos castigarlo con patadas en el culo. No se debiera chacotear con la música de este modo indigno. O bien, tercera solución: es un arte nuevo que está naciendo pero que no es ‘La Música’. Es un arte independiente, así como la escultura lo es de la pintura”.

 

Marta Gerez Ambertín (festejo aquí la aparición de Venganza<>Culpa, Buenos Aires, Letra Viva, 2017): “De una u otra manera el sujeto vive tensado entre la espada de la venganza y el cerco de la culpa. La una, siempre amenazante, remite a daños e injurias recibidas y a la exigencia de desagraviar el ultraje, des-quitarse; la otra, no menos desquiciante, encierra, asedia desde dentro, acusa condenando por alguna mácula. Las dos producen contrariedades y desventuras. ¿Podremos liberarnos de ellas?”

Marta Gerez Ambertín: De ella, dos epígrafes aprovecharé, uno tomado del Zaratustra: “Tiro de vuestra red para que vuestra furia os haga salir de la guarida de vuestra mentira y que detrás de vuestra palabra ‘justicia’ se precipite vuestra venganza”. El otro, cotundente, de Tácito: “Los hombres prefieren producir un perjuicio en vez de un beneficio porque la gratitud es una carga y la venganza un goce”.

Patricia Gherovici y Paola Mieli de quienes recibo con alegría la recopilación Lacan on Madness. Madness, yes you can’t (Routledge, Sussex y New York, 2015): “Desde la Ilustración el modelo mecánico del ser humano sigue gozando de una notable popularidad: la psiquiatría contemporánea pretende reducir toda forma de comportamiento disruptivo o extravagante a un cerebro defectuoso. Debemos recordar que cuando hoy en día se habla del “cableado cerebral” o de una herencia ‘genética’ en vez de ‘familiar’ no se hace sino recurrir a metáforas. Los modelos del ‘cableado’ y los ‘químicos’ son una nueva moda de las industrias médicas y farmacéuticas que aspiran a tratar al cuerpo como si la locura misma pudiese ser reducida a un asunto de la carne y el ser humano a un aparato descompuesto”.

 

Patricia Gherovici citará a Gérard Pommier diciendo que la cólera nace en el campo del amor y que solo el amor basado en la libido puede canalizarla de manera positiva.

 

Ana María Gómez: Tomo de su libro La voz, ese instrumento… Gedisa, Buenos Aires, 1999” “Extraño, peculiar instrumento para la expresión del más lírico y mejor amor y para sostener el odio más profundo. La voz, canal por el cual circulan las pasiones de los hombres, expresión del deseo que construye un destino en términos de oráculo, que sella el devenir de una existencia. A nadie puede privársele de ella. Se la puede enmudecer en su fonación pero nadie deja de oír sus voces interiores, esas que confortan, enloquecen, apaciguan, torturan o acunan nuestro buen dormir”.

Ana María Gómez (en un diario de su adolesciencia) : “La vida es un continuo devenir de esperanzas”.

 

Alfonso Herrera en su, por ahora, inédito Silencio y psicoanálisis. Una retórica del inconsciente: “Así como nunca es más profundo el silencio que después de un grito, cuanto más callemos, mayor será la evidencia de que la palabra siempre falla cuando pretende decir lo que el silencio enuncia con estruendosa elocuencia”.

Y las citas que lo apoyan: “No dejemos de recordar a Karl Kraus recordado por Walter Benjamin: “¡El que tenga algo que decir, que se adelante y calle!” Y a Gracián: “Lo que se calla puédese hablar después, pero lo que se habla no puede dejar de estar hablado … La palabra que salió de la boca es como la piedra que salió de la mano, que ya no podéis hacer que no vaya y haga daño”.

Cristina Jarque: “Lo que quiero decir es que, a mi modo de ver, lo que oía decir me hacía pensar que el analista que llegaba al final del análisis era una especie de superhombre o de supermujer derivado del Zaratustra de Nietzsche, lo que me dejaba estupefacta y, sobre todo, me hacía reflexionar y cuestionar a los grupos formados por mis colegas en el psicoanálisis”.

Y goza citando a Lacan cuando dijo, en 1967: “Es así que llego ahora a pensar que el psicoanálisis es intransmisible. Es muy molesto el que cada psicoanalista se vea forzado, pues se necesita que se lo fuerce, a reinventar el psicoanálisis”.

Franz Kaltenbeck: “David Foster Wallace escribió siempre en la urgencia. En el momento de su suicidio, a los 46 años, en 2008, ya dado a conocer dos novelas (una de casi 2000 páginas (La broma infinita – Infinite Jest) y numerosas historias y ensayos que se publicaron póstumamente. No se suicidó ni por desesperación ni por sentimientos de culpa o de deuda, sino como esas personas encerradas que se lanzan al aire desde un rascacielos en llamas. Él lo dice rectificando una idea falsa, la de que el vacío atrae y el fuego espanta. Habría que hacer sentido la proximidad de las llamas acercándose al propio cuerpo para entender que el horror al fuego es mayor que la angustia de la caída. Hay que elegir entre dos muertes atroces y comprender que el fuego es más cruel que la desesperación”.

Me gustará interpolar en el ensayo de Kaltenbeck dos citas incandescentes del infinto ‘libroma’ de Foster Wallace: “John Wayne, como la mayoría de los canadienses, levanta ligeramente una pierna para tirarse un pedo como si hacerlo fuera alguna especie de trabajo; está de pie al lado de su armario esperando a que se le sequen los pies para ponerse los calcetines”. (La búsqueda infinita, 113)

  1. Foster Wallace : “La horizontalidad se amontonaba a mi alrededor. Yo era la carne en el sandwich de la habitación. Me sentí transportado a una dimensión básica que yo había despreciado durante años de movimiento vertical, de estar de pie, detenerme y saltar, de caminar interminablemente vertical de un lado de la pista al otro. Durante muchos años había creído ser básicamente vertical, un extraño tallo lleno de materia y sangre. Ahora me sentía más denso; me sentía más sólidamente compuesto, ahora que estaba horizontal. Era imposible que me noquearan (knocked me down)”.

Daniel Koren: “Habrá que preguntarse por loś efectos de subjetividad que produce nuestra cultura ‘post’ o ‘hiper’ moderna. ¿Qué efectos tienen hoy los procedimientos de normalización y normativación social que elevan la razón económica y la razón organizacional, así como la racionalidad médica, al rango de valores antropológicos reservados en el pasado a las religiones, la razón de Estado o los grandes sistemas ideológicos? ¿Cómo entender la emergencia de esta civilización médico-económica de lo humano que reduce el sufrimiento psíquico a un trastorno del comportamiento destinado a ser sedado mediante sustancias psicotrópicas o corregido mediante ‘terapias’ cognitivo-comportamentales?”

 

Es ejemplar, al respecto, la revisión del despeño final de la pasada centuria cuando Daniel Koren recuerda a Serge Leclaire (1994): “El siglo XX ha visto derrumbarse todas las figuras con las cuales la figura del Tercero mantenía su prestigio. Después de que Dios fuera declarado muerto se ha desencadenado una retahíla de desilusiones que cayó irreversiblemente en el horror de la Shoá, hasta finalmente echar por tierra todo mausoleo posible de un tercero instituido, de un corpus simbólico que guardaría en reserva el espíritu de la ley”.

 

Víctor Korman: “Anteanoche soñé poner la mano en la rueda de la historia. Como fue en sueños, la conservo intacta. Mi sueño aparece entre brumas … pero ahora dudo si lo brumoso no está relacionado con el humo del cigarro de Freud”.

Víctor Korman: Tengo a mi alcance una frase de Nietzsche: “Yo no aspiro a ser feliz, aspiro a realizar mis obras. Se genera así otro tipo de realidad, una muy peculiar que llamaríamos “realidad estética”, muy distinta de la cotidiana, la dura, la empedernida, la gobernada por leyes ajenas a nuestra voluntad. Kandinsky lo dijo así: “El arte crea su propio universo; es generador de realidad”.

Alain Lemosof: “El psicoanálisis sigue siendo un enigma para los que no participan en él”. Leyendo a mi amigo me permito agregar: no es raro que lo sea, también para quienes sí participan.

No aportaré citas de ese libro pues todo él está formado por experiencias vividas en el psicoanálisis. Une après-midi d’analyse Compagne-Première, París, 2015.

Paola Mieli puede abrir un capítulo de su fulgurante Figures of Space – Subject, body, place (Nueva York, Agincourt, 2017) con un epígrafe de Primo Levi: “Nada es más fácil que hundirse; para ello basta con cumplir todas las órdenes que uno recibe”.

 

O incluir esta frase de Laurence Durrell: “Somos los hijos de nuestro paisaje” para comentar a continuación: “El paisaje es escenario, es tierra, es extensión, cielo; es, además, aquello que lo puebla, lo colma, lo compone; es, a la vez, lo que contiene estas formas y las formas mismas.”

 

Jacques Nassif: “De repente me salió de la boca, como si no comprendiese el alcance que podía tener ¾ ¡y en una primera entrevista! ¾ la frase ‘Yo no soy psicoanalista’. Era imprescindible deducir lo que ella implicaba según pensé después: “Seré psicoanalista si y tan solo si usted se atiene nada más que a su palabra y acepta respetar una regla del juego que estipula que en este lugar todo puede decirse en el tiempo que hayamos convenido”. Pour une clinique du psychanalyste. Polimnia Digital Editions, Italia, 2016.

Nassif prosigue su honda interrogación de la influencia de Georges Bataille sobre el psicoanálisis, enlazándolo con Nietzsche, a su vez retomado: “Nadie más jovial que yo, más amigo del hombre – de sus virtudes y de las más juveniles – más hostil a sus desfallecimientos, a sus trabas jurídicas, a sus compasiones. Cómo me gustaría decir de este libro lo mismo que Nietzsche en La gaya ciencia “casi ni una frase donde la profundidad y el entendimiento no se den tiernamente la mano”. En La experiencia interior. Suma ateológica (1943).

 

Gérard Pommier (Le nom propre. Fonctions logiques et incoscientes. PUF, París, 2013) reprocha a Freud el no haber dado nunca al nombre propio el lugar que merece aunque haya aportado los elementos necesarios para la comprensión del complejo parental. “En ninguna parte se ocupó del nombre propio como un concepto o como un operador, algo que hubiera sido útil para comprender a la represión como destino de la pulsión pues un sujeto no reprimirá sus pulsiones si no es nombrado por su madre; queda así anclado a ella como siendo su objeto, la víctima de un deseo del que no podrá desprenderse”.

 

Y el mismo G. Pommier se servirá de Paul Celan para el epígrafe de su obra sobre el nombre propio:

“Es por allí que entraste en el nombre que es tuyo,

que caminaste con paso seguro hacia ti ,

que los martillos se soltaron liberados en las campanas de tu silencio

que lo oído llegó de golpe hasta ti

que lo ya muerto también te rodeó con sus brazos

y atravesasteis los tres el ocaso”.

 

Dort erst tratest du ganz in den Namen, der dein ist,

schrittest du sicheren Fusse zu dir,

schwangen die Hämmer frei im Glockenstuhl deines Schweigens,

stiess das Erlauschte zu dir,

legte das Tote den Arm auch um dich,

und ihr ginget selbdritt durch den Abend.

 

Jean-Michel Rabaté (Étant donnés 1. L’art, 2. Le crime – La modernité comme scène du crime, París, Les presses du réel, 2010): “La autonomía exigida por la estética implica que la obra de arte se convierta en su propio fin y su propia realidad. Cuando el asesinato se convierte en arte, muestra, de modo hiperbólico, que el arte está dispuesto a ‘matar’ a cualquier realidad para así afirmar sus propias leyes. De este modo, la obra de arte se vuelve reflexiva pues, como dijo Th. W. Adorno, “Toda obra de arte es un crimen no perpetrado”.

William J. Richardson, S. J. (1920-2017): “Desde Freud, Lacan, Winnicott o Kristeva nunca podremos realmente entender a quienes, a pesar, o aun, debido al psicoanálisis, continúan creyendo en Dios. ¿Qué falta en esas concepciones tullidas de la religión?: falta tomar en cuenta lo que Lacan llama lo real. Falta lo desconocido e incognoscible, lo inimaginable e inefable, ese Poder Misterioso que rehúsa el ser nombrado, al que no podemos mirar de frente y que muchos llaman Dios. Si tal fuese el caso, quedaría aun abierto algún camino para entender porqué el Dios de aquellos que creen es con tanta frecuencia un Dios ‘oculto’ o ‘silencioso’ o ‘ausente, un Dios que solo puede ser afirmado por un salto de fe (only by the leap of faith). No insistiré en el punto pero me parece que solo si aceptamos esta dimensión de la experiencia analítica podemos evitar un mero reduccionismo y abrir el espacio para la trascendencia de Dios. Si y cómo un Dios tal puede revelarse a un individuo o a una comunidad no es nuestro asunto”.

Manya Steinkoler (inédito): El zombi y la ballena “El zombi es la romántica ballena del siglo 19 convertida en su forma post-moderna. Ahab iba tras la ballena; el zombi viene tras nosotros. La gran ballena connotaba obsesión, melancolía y pérdida. ¡Con dos siglos de retraso! El zombi, el no-muerto, el constante goce de la pulsión se empeña en alcanzarte. Se ha apoderado de tu muerte – tú que pedías ser “no-muerto” y no someterte a la castración simbólica; esto es lo que significa ser perseguido por el zombi. El zombi es el hecho de que debemos estar siempre estar biopolíticamente adheridos a nuestro cuerpo. Hasta el mierdoso artefacto del amuleto ha pasado de moda. ¿Quién tiene tiempo para ir al supermercado? ¿Qué mamá lleva una manga de la que uno pueda colgarse? Hoy usa un sostén deportivo y se ha hecho tratamientos láser para endurecer la piel de sus brazos. Ni siquiera tiene carnita de donde colgarse. ¿Y supermercados? … Aquellos eran los días de antaño. Hoy lo compras todo en Amazon Prime y te llega a casa en el mismo día”.  

Y citemos, como por azar, entre cientos, a quienes dijeron:

Michel Foucault (1975, ¡ya entonces!) : Si el marxismo y el psicoanálisis son los dos mayores perdedores en los últimos 15 años, no es tanto por haberse vendido a la clase en el poder como por haber participado en los mecanismos propios del poder.

Felix Guattari : “Separar la economía política de la economía libidinal; esa es la misión a la que se consagran los teóricos que sirven al capitalismo”.

Max Brod (citado por Blanchot): “¿No habria presentido Kafka el abuso al que su obra podría exponerse y fue por eso que no quiso autorizar su publicación?”

La costumbre tiene la virtud de profundizar lo que la impaciencia desconoce. Y la impaciencia permite que irrumpan las verdades que la costumbre sofoca.

Jacques Rancière: “Hay que devolver a la palabra democracia su poder de escándalo”.

Gilles Deleuze: “A menudo se han denunciado los peligros de la ‘sociedad sin padres’, pero no hay peligro mayor que el retorno del padre”.

Y así podría seguir, interminable, el libro soñado por Walter Benjamin, el onírico escritor de sus propios Rêves, París, Gallimard – Le promeneur –, 2009.

Ya es ayer. Todavía es mañana.

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