El 2 de noviembre de 2018 publiqué una entrada con el texto de la conferencia dictada en Umbral en febrero de 2017 que puede ser leída en este blog, en uno de los older posts. Sucedió después algo inesperado que me colmó de alegría y de lo que quiero dar cuenta aquí. El amigo y colega Alfonso Herrera Díaz, autor de un importante libro que tuve el honor de prologar (también ese prólogo puede leerse más abajo en este blog) leyó esa entrada con inusitada minuciosidad y me hizo llegar por correo una serie de observaciones, muchas de ellas críticas, que me obligaban a hacer precisiones y agregados al texto. Con agradecimiento profundo e irrestricto me complazco en hacer conocer sus objeciones y sus acotaciones así como mis comentarios a las mismas. El lector las hallará a continuación
OBSERVACIONES Y APORTACIONES DE ALFONSO HERRERA DIAZ AL TEXTO PUBLICADO, 16 de NOVIEMBRE de 2018
En su mensaje, el muy capacitado colega mexicano, ahora radicado en Barcelona, Alfonso Herrera Díaz, formula observaciones críticas, adiciones bibliográficas y argumentos siempre pertinentes sobre el texto que puede leerse en una entrada anterior de este blog (¿PORQUÉ NO? – Ortonoia, metanoia y paranoia. Posiciones subjetivas). Con respecto a sus acotaciones, mantuve con el colega, de cuya amistad me precio, un diálogo hablado y escrito que considero útil para agregar a la conferencia pronunciada en UMBRAL. No he querido, en el texto original, incurrir en interpolaciones, permitiendo así que los interesados puedan valorar justamente, como yo mismo lo hago, el interés de estos aportes valiosos y eruditos.
Me dice Alfonso Herrera que son varias, aunque no muchas, las ocasiones en que Lacan ha hablado en escritos y seminarios de «psicopatología» y que ello va más allá de lo que he mentado como «casi un hapax» de Lacan cuando equiparó la «psicopatología» con la «psicología mórbida», referencia que en su momento completé con la reproducción del artículo «Psicopatología» de Plon y Roudinesco en su «Diccionario». La observación es justa y debo corregir mi afirmación. Agrega Alfonso Herrera –y esto también es un aporte valioso– que lo que en verdad es un hapax es una referencia que faltó en mi texto y es la expresión «psicopatología psicoanalítica» usada por Lacan en su «Discurso de Roma» de 1953. Lacan, Écrits, p. 269. Creo que, de todos modos, es palmaria la reticencia y hasta la antipatía de Freud y Lacan al uso de ese vocablo y la razón de ellas en tanto que invoca un vocabulario médico del que ambos se distanciaron desde los comienzos de su obra y que sella la necesaria distinción entre la psiquiatría y el psicoanálisis, justamente señalada en la obra de Jean Clavreul «L’ordre médical» que mereció en mi conferencia una extensa referencia.
En verdad, como cita muy bien Alfonso Herrera, la «psicopatología» puede aparecer en el seminario de Lacan, pero lo hace, por ejemplo, para decir que es una complejidad que lleva a que : «Es el nombre del padre el que instaura la existencia del padre en la complejidad con la que se presenta ante nosotros. A esta complejidad la experiencia toda de la psicopatología es descompuesta para nosotros en nombre y a título del complejo de Edipo». (Le Sém. IV, p. 396) «Cette complexité, toute l’expérience de la psychopathologie la décompose pour nous sous le chef du complexe d’Oedipe». Es decir que eso que, para los otros, constituye una compleja psicopatología se descompone, para nosotros, de un modo nuevo, radicalmente diferente, remitiéndola a un elemento simbólico que es el nombre del padre.
Herrera critica mi atribución al libro de Laplanche Neurosis, perversión, psicosis de 1970 la popularización del tripartito «psicopatológico» mencionado pues el mismo Lacan, en seminarios de los años ’60, aunque sin mencionar los difundidos «mecanismos» de cada una de esas «estructuras» y sin tampoco utilizar, ni siquiera una vez, la expresión «estructuras clínicas» . Lacan se había referido, con cierta frecuencia, a los sintagmas «estructura psicótica», «estructura neurótica» y «estructura perversa». Podríamos agregar, después de mencionar esas tres, un etc. que sería ilimitado. Pues ¿qué adjetivo usado por Lacan no fue adjuntado al sustantivo «estructura»? Sería imposible hacer una lista exhaustiva: estructura del lenguaje, del símbolo, de la escritura, del sujeto, de la sintaxis, de la gramática, de la palabra, del grito, de lo real, de lo simbólico, de lo imaginario, del discurso, de la ficción, de la realidad, de una novela («Lolita»), de la interpretación, de la transferencia, del Otro, de la familia… y aquí me detengo. Pero sí mencionaré dos cosas que Lacan nunca dijo: «estructuras clínicas» y «estructura del objeto a». Pues claramente afirmó en el «… informe de Daniel Lagache» : [En la pulsión] no todo es significante pero sí es estructura» (Écrits, p.659). Con mucho detalle y citas exactas Alfonso Herrera me señaló las varias oportunidades en que aparece el vocablo «psicopatología» y acepto gustosamente la validez de esas referencias. De todos modos, habrá que ratificar que Lacan nunca mencionó la triaca, reiteradamente milleriana, de VERDRÄNGUNG, VERWERFUNG Y VERLEUGNUNG de la misma manera en que tampoco Freud recurrió a ella. En los albores de su enseñanza si hizo referencia Lacan a otro tripartito VERNEINUNG (denegación), VERDRÄNGUNG (represión) y VERDICHTUNG (condensación) que no tiene relación alguna con ese aporte de Jacques-Alain Miller a una «clínica psicoanalítica» de la que hoy ha tomado distancia según la constancia que dejo en las páginas traducidas que pueden leerse a continuación de la conferencia en Umbral.
En cuanto a las triparticiones, ellas abundan en Lacan: imaginario, simbólico y sexual; sexo, saber y sujeto; privación, castración, frustración. Y las freudianas: yo, ello y superyó; fantasías fundamentales de la seducción, castración y escena primaria. Nunca neurosis, perversión, psicosis. Lacan insistía, y Herrera justamente lo menciona, que para Lacan, ante la diversidad de los casos, buscaba referencias estructurales para evitar perderse (como lo recuerda en un diálogo con Piera Aulagnier, en la idea de una continuidad que iría desde la normalidad hasta la psicosis, una idea que fue también muy del gusto de los psicólogos del Self como Otto Kernberg. Las referencias estructurales reclamadas por Lacan y a las que podemos adscribirnos son las de la cadena borromea o las del grafo del deseo que muestran la relación entre todos los términos que integran la estructura (pulsión, fantasma, deseo, imagen del otro, significante de la falta en el Otro, goce, castración, etc.)
En su correo Alfonso Herrera me recuerda que el 5 de mayo de 1965 (Seminario XII) Lacan habló de “tres planos aislados en relación a las tres variedades de psicosis, neurosis y perversión» y que poco antes (3 de febrero) había dicho; “Si el objeto a es la función que todo el mundo sabe, está claro que él no viene en nuestra incidencia del mismo modo en los diferentes enfermos. Quiero decir que es exigible en lo que va a seguir, les diga lo que es un objeto a en la psicosis, la neurosis, la perversión. Eso no es para nada lo mismo.” Un mes después, el 16 de junio, insistió: «No es hoy que volveré sobre la repartición de la demanda del Otro (neurosis), del goce del Otro (perversión) y de la angustia del Otro (psicosis) como correspondiendo a las respectivas vertientes de la neurosis, la perversión y la psicosis” (traducción modificada por mí, hoy, 15 de noviembre de 2018). No puedo sino subrayar el valor, la necesidad diría incluso, de estas citas que corrigen mis omisiones.
Con respecto a la noción de «perversión» habrá que insistir en el rechazo de Lacan a la misma y su insistencia en desconstruirla al afirmar que la perversión es «normal», al crear el neologismo homofónico «père-version» y al recurrir a la ironía con que el 24 de mayo de 1967 se refirió a esa «perversion de l’enfant» en relación con el acto sexual normado «normé» según toda la sana «saine» literatura psicoanalítica. Herrera señala otra oportunidad (7 de junio de 1962) en que Lacan habló de «estructura perversa» en relación al masoquismo y que, aun cuando la palabra «perversión» no aparece en el escrito «Kant con Sade» la utiliza, sin reparos, en los seminarios de los días 16 de enero, 27 de febrero y 26 de marzo de 1963 (Libro X, La angustia), cuando escribía el mencionado texto. Todas estas son correcciones que recibo con gratitud.
Finalmente, en la línea de mi discurso, Herrera me señala otro hapax, este en la obra de Freud, cuando escribe el sintagma «posición subjetiva» (Freud, O. C., Más allá del principio del placer, edición de Amorrortu, vol. XVIII, p.24). Más para agradecer a mi amigo Herrera por esta bienvenida adición: el sintagma «posición subjetiva» que me empeño en destacar sí fue escrito en ese momento decisivo del giro freudiano de «los años 20».
M’ha cridat l’atenció quan escriu:
«En cuanto a las triparticiones, ellas abundan en Lacan: imaginario, simbólico y sexual; sexo, saber y sujeto; privación, castración, frustración»
perquè havia sentit a parlar de la tripartició imaginari, simbòlic i real, però mai imaginari simbòlic i sexual. Em porta a preguntar-me si podem homologar sexual i real. En qualsevol cas, ara mateix, si em deixen triar entre una relació real i una de sexual… Bé, millor que me’n vagi a dormir…
Al leer este artículo he recordado precisamente un libro que me gustó mucho de Freud, Psicopatologia de la vida cotidiana, en el que explica numerosos detalles de errores que quizás nos produce la mente, como querer entrar en el trabajo y tomar las llaves de casa….etc
Saludos