Libro:
«Jouissance, A Lacanian Concept»
presentado por su autor
Néstor Braunstein
20 de marzo de 2021
Coloquio por zoom organizado por el European Journal of Psychoanalysis. (EJP)
Buenos días (o buenas tardes) al auditorio; me es imposible saber dónde ni qué hora es para cada uno de ustedes en este momento. Dadas la sincronía y la anulación del espacio físico, no sé si están tomando el café del desayuno en la Costa Oeste, almorzando en la Costa Este o cenando en Europa. Agradezco a todos y a cada uno de los que estáis aquí la asistencia a este evento telemático, un equivalente o semblance de un encuentro real, cuyo objetivo es servir de introducción a: Jouissance. A Lacanian Concept. (Albany, SUNY Press, 2020). Gracias, antes que nada, al EJP por invitarme a este acto de presentación
Honestamente, desde el mero principio de mi intervención debo confesar que no estoy aquí movido por la intención de presentar mi libro.
En lugar de eso, me gustaría componer un volumen muy diferente del que tenemos en nuestras manos gracias a la excelente y fiel traducción al inglés de Silvia Rosman y la cuidada edición de Suny Press, en el estado de Nueva York. De hecho, me siento profundamente honrado y agradecido por la ocasión que me brinda el European Journal of Psychoanalysis de poder escuchar los comentarios y lecturas de este libro ofrecidas por su traductora y por los eminentes pensadores del psicoanálisis lacaniano que son Ian Parker y Fernando Castrillón.
No presentaré el libro; prefiero en cambio hablar de su trayectoria y de las razones por las cuales prefiero no hablar acerca del libro en sí. Por eso, elijo dirigirme a ustedes hablando sobre la historia de Jouissance. A Lacanian Concept y sobre las ideas que tengo en el presente, en la perspectiva de un posible nuevo volumen sobre el mismo tema y con el mismo título.
La historia o, si prefieren, el relato, al que me refiero es la siguiente. En los años ‘80 del siglo XX, inmediatamente después de la muerte de Lacan, sentí la necesidad de esclarecer, para mí mismo, para mi práctica clínica y para los estudiantes de mis clases sobre la enseñanza de Lacan, este concepto central de goce en sus seminarios y escritos. No pude encontrar ninguna guía útil para entender los constantes cambios de significado y de sentido del vocablo en francés, una palabra fácil de traducir al español como Goce y al portugués como Gozo, pero que me pareció difícil o imposible traducir al inglés. Para no hacerles el cuento largo: después de impartir algunos seminarios en Latinoamérica y en EEUU, publiqué en México en 1990 la primera edición del libro del que hoy nos reúne. Decidí, intencionadamente, ponerle como título una palabra de cuatro letras tan solo: Goce (que en español puede ser tanto sustantivo, como verbo en modo imperativo: ¡Goce!). En 1992, Gérard Pommier, director de Point Hors Ligne, en París, me propuso hacer la traducción al francés del libro, que él leyó en español. Los editores decidieron agregarle un subtítulo para clarificar la idea principal a los lectores de psicoanálisis, y se convirtió en Jouissance. Un concept lacanien: es así como nació el nuevo título, el actual.
En el año 2000, con una cálida recomendación escrita por Slavoj Zizek, firmé un contrato para su traducción y publicación en inglés por Verso. Pagué por la traducción, según lo estipulado en el contrato, pero al leer la versión traducida, me encontré con un trabajo calamitoso, feo, incomprensible, impublicable. Tuve que renunciar a realizar mi deseo de que el libro fuese accesible a los públicos inglés y estadounidense.
Por fortuna, mi buen amigo Jean-Michel Rabaté, me propuso escribir un capítulo en inglés titulado “Desire and Jouissance in the Teachings of Lacan”. El libro, The Cambridge Companion to Lacan, publicado en 2002 y editado por Jean-Michel, me permitió llegar a esos lectores anglófonos, transmitiendo lo esencial y los aspectos más polémicos de Goce. Este capítulo de un libro tan importante como es el editado por la Universidad de Cambridge es a menudo citado por muchos analistas respetados, entre los que se encuentra Darian Leader, en su recién publicado libro (en septiembre 2020) La jouissance, vraiment?, después de un Seminario que el dio en inglés en Londres y que curiosamente aún no ha sido retraducido del francés al inglés (su versión original). Un Seminario con el título Jouissance, really? se viene anunciando para el próximo mes.
La recepción de mi ensayo en las versiones española y francesa fue amplia y alentadora. El libro tuvo varias reimpresiones en ambas lenguas. 15 años después de la edición mexicana de 1990 recibí la invitación de la Editorial Escuta de Sâo Paulo para una traducción al portugués. Y, dado que Point Hors Ligne había llegado al fin de su trabajo editorial, recibí en el mismo año de 2005 una petición proveniente del más importante editor de ensayos psicoanalíticos en Francia: Erès, de Toulouse, para reimprimir el libro publicado en francés en 1992. En ese momento, sentí que podría escribir un libro mejor en algunos aspectos importantes, … principalmente en la forma en que se trataba el tema del goce sexual y también creí necesario añadir una referencia crítica detallada derivada de la enseñanza de Michel Foucault. La bibliografía tenía también que actualizarse, especialmente después de la publicación en 2001 de los Autres écrits, de Lacan, y de las nuevas versiones de sus seminarios que publicaba Seuil en París. Por lo tanto, revisé y rescribí el texto entero, línea por línea. La versión corregida y ampliada fue publicada en Buenos Aires, con el nuevo título, haciendo referencia explícita a los orígenes lacanianos y la originalidad de la noción de Jouissance como concepto, y subrayando que se trataba de otro libro con distinto título y cubierta; no simplemente de una reimpresión de las que hubo tantas. Esta versión, corregida y ampliada, fue la base para la publicación de Goce, en Sâo Paulo, Buenos Aires, México y Toulouse, en los años 2005 y 2006.
Durante todos esos años, el libro era utilizado por clínicos y ensayistas como texto de referencia, no sin críticas…, que, para mí…, indicaban un cierto éxito, y a la vez era la fuente –como siempre me sucede con las nuevas ediciones de un libro antiguo– de un cierto y progresivo malestar personal porque, a medida que pasaba el tiempo, a medida que se publicaban nuevos y buenos libros sobre el goce, principalmente en francés, mis ideas sobre el tema solicitaban e incluso exigían una redacción más precisa de todos y cada uno de sus párrafos.
Continuaba lamentando, entre los años 2006 y 2018, la ausencia de una traducción al inglés. Fue entonces cuando recibí, para mi sorpresa y con bastante asombro, un email de Silvia Rosman ofreciendo realizar la traducción completa al inglés de Goce. Un concepto lacaniano y de promover su publicación en la prestigiosa SUNY Press, la editorial de la universidad del Estado de New York. Con mucho retraso y tras muchos veranos (after many a Summer), mi deseo podría cumplirse. Silvia Rosman me envío el primer capítulo, a modo prueba de su competencia en la traducción. Disfruté leyéndolo (con disfrute real, no con goce); aprobé sus logros y firmamos un contrato que culminó en la edición del presente volumen que fue ofrecido al público en el último y siniestro año 2020. Esta es, en resumen, la historia del libro que nos reúne en esta sesión de zoom.
Tras un lapso de 30 años después de la primera edición de Goce, 15 años después de su actualización parcial, en 2006, arribamos hoy, cuando arranca la primavera de 2021, a la exitosa publicación de la primera edición en inglés. Entre tanto, he continuado impartiendo enseñanzas sobre el concepto lacaniano de goce y cambiando gradualmente, constantemente, mis puntos de vista, abjurando todo tipo de repeticiones mecánicas, participando en muchas discusiones de su tesis, con diversos eminentes eruditos en la enseñanza de Lacan y con estudiantes en diversas instituciones psicoanalíticas. Esos intercambios me hicieron afinar conceptos y expresiones con respecto a lo que ahora me atrevo a nombrar como gozología, siendo el goce la piedra angular de lo que el propio Lacan, en 1970, denominó El campo lacaniano (como distinto del Campo Freudiano). En su momento me vi impulsado a presentar una definición sucinta de goce y debí improvisarla: “las diferentes formas en que el cuerpo se ve afectado por el lenguaje”. Por supuesto, como ocurre habitualmente con definiciones como esta, una docena de palabras requiere muchas páginas de pacientes explicaciones para refrenar concepciones erróneas e ir afinando las acepciones de cada uno de los significantes y de los sintagmas en los que se utilizan: por ejemplo, las distinciones entre diferentes tipos de goce y formas divergentes de entenderlas o malinterpretarlas. –Goce subjetivo, goce del sentido, goce sexual, goce femenino, goce del Otro, Otro goce, goce fálico, goce místico, goce del ser, etc.
Es por eso que hoy decido no hablar sobre el libro sino sobre su historia, su pasado, y las críticas que me gustaría enderezar hacia mi propio trabajo tras estos 30 años en los que se ha convertido en un “clásico” para ciertos autores y autoridades. Lo que está escrito, escrito está (scripta manent), y es, por lo tanto, accesible a cualquiera que quiera acceder a sus letras y sus litorales: [litoral (fr.), litoral (ingl.), en el discurso lacaniano, es el significante que indica la frontera que a la vez une y separa al conocimiento y al goce].
En otras palabras, preferiría y escojo, en un giro bartlebyano de la oración, no hablar sobre el libro que ya se ha publicado. Prefiero más bien hablar de lo que se podría y querría decir sobre su futuro, subrayando, como punto de partida, algunas objeciones relacionadas con los cambios en mi propia forma de pensar y tratar con este concepto capital de goce.
El libro, como se puede ver, está dividido en dos secciones principales de igual longitud, la primera dedicada a la teoría y la segunda a la clínica del goce. Bien: creo que la primera parte aun se sostiene como una historia y como una concepción del goce, … pero ignora el surgimiento de avances radicales en la neurociencia, el nacimiento de una cierta “fisiología del goce”, que había sido claramente prevista por el propio Freud en el final de su vida: la gran posibilidad, ahora un hecho, no una fantasía, del futuro descubrimiento y la producción industrial de sustancias que cambian y afectan la distribución de la libido en el cuerpo, independientemente de la voluntad o el deseo del sujeto. Creo que necesitamos discutir la relación entre el psicoanálisis y la neurociencia que está lejos de ser resuelta. Ahora hemos aprendido mucho sobre los neurotransmisores y aceptamos que estos avances en el conocimiento neurocientífico continuarán con efectos impredecibles sobre las formas a través de las cuales «el cuerpo es afectado por el lenguaje». Para ser claros: rechazo la idea de una posible reducción del psicoanálisis al conocimiento neurocientífico e incluso cualquier tipo de matrimonio sospechoso o de un contubernio formulado en términos de «neuropsicoanálisis». Pero, de la misma manera, rechazo la idea aislacionista de una ignorancia recíproca entre los enfoques psicoanalíticos y neurocientíficos para el conocimiento de la mente. El cerebro debe ser reconocido como el órgano de la interfaz, tonto en sí mismo, que conecta al cuerpo con el mundo, el mundo construido como un mundo humano, es decir, el mundo gobernado por el lenguaje y sus significantes.
La segunda parte del libro está dedicada a la clínica del goce: también a este respecto debo reconocerme en falta. En la primera (1990) y la segunda edición del libro (2006), adhería a la doxa, la opinión corriente entre los lacanianos, (¡ojo!, lacaniano, no la doctrina de Lacan) de una distinción de tres y solo tres estructuras clínicas: neurosis, perversión y psicosis, que, cuando se investiga la verdad histórica, resulta no ser ni freudiana ni lacaniana. Este trípode era fácil de aprender y fácil de enseñar, con cada una de sus tres patas ligadas, respectivamente, a un mecanismo específico: represión, negación y forclusión. Pude esclarecer que esta clasificación de «estructuras clínicas» permanentes está subordinada al discurso de la medicina y de la «psicopatología», una palabra que rara vez fue utilizada por Freud y Lacan para caracterizar a los seres humanos. Lo que encontramos en nuestra clínica, en todos los sujetos que escuchamos en el encuentro analítico, es que ellos y ellas muestran «posiciones subjetivas», siempre fluctuando de acuerdo con su relación con la posición subjetiva del otro en el diálogo …, tal es la esencia de lo que llamamos transferencia. Como Ian Parker afirma en su libro recientemente publicado, Psychoanalysis, Clinic and Context (2019), él, tanto como yo, somos reacios y «agnósticos» sobre la idea de las fronteras con aduanas y líneas definidas entre «estructuras clínicas» rígidas. Es por eso que los tres capítulos sobre el goce en neurosis, perversión y psicosis deben reconsiderarse a partir del rechazo del «trípode» citado. En todos los casos, la tarea analítica ética consiste en guiar al analizante para hablar, descifrar y apalabrar el goce atascado en sus síntomas.
El mío, como pueden escuchar y ver, no es un poster o afiche para promover el libro que ahora se publica… es, sí, un incentivo para leerlo, para enmendar sus fallas y para pensar nuevamente este concepto psicoanalítico esencial, goce, que sigue siendo «La única óntica que podemos confesar (avouer)». ¡Atención!: «La única óntica» (no ontología) que podemos confesar o admitir». La óntica, según Heidegger (1929) es lo contrario de la ontología. Se refiere a la experiencia real del viviente y del ser hablante, el parlêtre. No es un discurso que trata del ‘ser’ sino una referencia a lo que persiste como lo real, no susceptible de pasar a los registros simbólico o imaginario. Y «la única óntica verdadera» para nosotros es la del goce; por lo tanto, nuestra misión consiste en abrir el diafragma del habla, permitiendo que el goce sea apalabrado.
Traducción: Nati Torres