La última nota

Como supongo que sospechan, no soy Néstor, quien falleció en Barcelona el pasado 7 de septiembre (o, dado que el tiempo pasa, y que estas cosas no se auto-actualizan, el 7 de septiembre de 2022), de modo que no se preocupen, ésta no es una historia de fantasmas. Soy su hija, y me tomé el atrevimiento de secuestrar su blog por un momento para hacer un par de cosas.

La primera es agradecer las incontables muestras de apoyo que he recibido a través de diversos medios, así como el cariño que los comentarios que han sido publicados en las distintas redes sociales manifiestan. Debo decir que las muestras de solidaridad y afecto me han tomado por sorpresa, y que me reconforta saber el cariño con el cual mi padre está siendo recordado, cosa que me lleva al segundo punto. Este tiene que ver con el hecho de que hay un aspecto en el cual no pretendo que sus deseos sean respetados: en su carta de despedida mi padre expresa su deseo de que no se haga ningún acto póstumo. En lo personal creo que se refería a que no se haga ningún tipo de evento en torno al esparcimiento de sus cenizas (punto en el cual lo respeto), pero por otro lado, e independientemente de la que haya sido su voluntad, considero que las reuniones y tributos que quieran hacer en su memoria son otra cosa. Los rituales de despedida son para los vivos, para los que se quedan, no para los que se van, y entiendo plenamente la necesidad de decir adios en nuestros propios términos que todos sentimos. Es por eso que estoy de acuerdo con que se organicen los actos, reuniones y eventos en su memoria que ustedes consideren apropiados. Me encantaría poder ayudar a coordinarlos, pero si hay algo que el despliegue de cariño que he visto en los últimos días me ha dejado en claro es qué tan poco familiarizada estoy con su círculo de amigos. Es por esto, y no por falta de voluntad, que en ese sentido doy un paso a un lado y dejo estos eventos a su criterio (okay, el hecho de que vivo en medio de la nada también contribuye). Creo que se conocen más entre ustedes de lo que me conocen a mi, y como dice el dicho, mucho ayuda quien no estorba… y con esto llegamos al último punto que quería tratar: el de su carta de despedida, donde explica su decisión. Se trata de una carta que fue enviada a numerosos destinatarios, y que está circulando desde un primer momento en redes sociales.

Esto, me parece, es algo que mi padre no anticipó, y que me obliga a mi a tomar una decisión.

Por un lado se trata de un texto que no fue escrito para ser publicado. Por el otro no es solo su última contribución al debate intelectual, sino también un texto que ha tenido un impacto inesperado en el debate en torno a un tema que sé que era extremadamente importante para él: el del derecho que tenemos (o deberíamos tener) a poner fin a nuestra existencia en una forma digna y en nuestros propios términos llegado el momento. Sin rodeos, por las consideraciones legales que el tomar dicha decisión implica mi padre murió solo (al menos físicamente), ya que sabía que el invitar a alguien a estar a su lado en sus últimos momentos era también abrirles la puerta a una serie de problemas legales para dicha persona. Sabía que se trataba de una decisión que, si bien ha habido algunos cambios en el marco legal, aún dista mucho de ser socialmente aceptada o vista como la norma. Por otro lado mi padre estaba perfectamente lúcido. Tenía ochenta y un años, sabía lo que hacía, y era plenamente consciente del inexorable deterioro de su cuerpo al cual no podía escapar. Confrontado con la inminente perdida de su autonomía, y antes de verse convertido en lo que él percibía como una figura patética y digna de lástima, decidió decir adios en sus propios términos. Mi tía, quien falleció a los noventa años, solía decir que el premio a la longevidad es una porquería. En fin, la pregunta a la que me toca dar respuesta es qué hacer con dicha carta, y en ese sentido la decisión que he tomado es la de publicarla en este espacio con la idea de que, si bien ésta no fue probablemente la intención de mi padre al escribirla, se trata de un texto importante, y si existe la más mínima posibilidad de que el hacerla pública mueva aunque sea una fracción de milímetro la aguja en este debate, esto es lo que él habría querido: que se respete nuestro derecho a decidir, a morir con dignidad y rodeados de nuestros seres queridos.

One thought on “La última nota

  1. Veronica Viveros. says:

    El dolor que senti al leer el «Addio» el dia 8 de Septiembre por la mañana, fue como una pedrada en el corazòn. Mensaje ìntimo, doloroso, entrañable desde mi percepciòn. Pronto me di cuenta que otros recipendiarios del mismo se dieron a la tarea de hacerlo pùblico tal vez por aquello de que lo intimo es lo mas éxtimo.Néstor tomò el riesgo a sabiendas del posible efecto viral de todo mensaje via Internet y ante los hechos yo misma escribiré algo sobre el efecto que sus palabras me causaron, màs allà del dolor.Tal vez se lo envìe por mail como antes lo hacia…

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